Los retenes metálicos, también conocidos como sellos de metal o juntas tóricas metálicas, son elementos utilizados en aplicaciones de sellado para evitar fugas de líquidos o gases. A diferencia de los retenes de caucho o plástico, los retenes metálicos están fabricados completamente de metal, lo que les confiere una mayor resistencia y durabilidad en entornos exigentes.
Estos retenes metálicos suelen estar fabricados en acero inoxidable u otros metales resistentes a la corrosión, lo que los hace adecuados para su uso en condiciones extremas, altas temperaturas o entornos químicos agresivos. Son comúnmente utilizados en industrias como la petroquímica, la industria alimentaria, la farmacéutica, la aeroespacial y la automotriz, entre otras.
Los retenes metálicos tienen una forma de anillo con una sección transversal circular, similar a los retenes de caucho. Se colocan en una ranura diseñada en el alojamiento o la carcasa de una máquina o equipo, y se comprimen cuando se monta la pieza que necesita ser sellada. Esta compresión crea una junta hermética que evita que los fluidos o gases escapen.
Los retenes metálicos ofrecen varias ventajas sobre los retenes de caucho o plástico en términos de resistencia mecánica, capacidad para soportar altas presiones y temperaturas, resistencia química y durabilidad a largo plazo. Sin embargo, también pueden ser más costosos y requieren una mayor precisión en su instalación debido a su naturaleza metálica.
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